Comimos en el restaurante Osteria de Plaça de Sant Francesc en Palma. La plaza es encantadora, el restaurante tiene 5-6 mesas al aire libre y una zona interior acogedora y manejable.

El vino de la casa, un Douro portugués, impresionó por sus sabores afrutados, pero no era dulce ni demasiado mineral. Un gran vino. Aunque la copa costaba 8 euros, se sirvió generosamente. Al final, el coche se quedó en el aparcamiento...

Elegí fusili con ragú de salsiccia del menú del día, una delicia. La pasta estaba perfecta, tanto de sabor como de punto de cocción. El ragú tenía un sabor fuerte y con cuerpo, ni picante ni demasiado condimentado, ¡simplemente un buen producto! La cesta de pan que pedí no llegó, pero se disculparon y me la trajeron a casa para que pudiera disfrutar de las sobras de la maravillosa salsa con la baguette increíblemente buena.

De postre, elegí panna cotta, mi postre favorito, que suelo hacer yo misma. Realmente sencillo, pero es difícil ocultar los errores. Aquí estaba perfecta, tanto en sabor como en textura. Podría haber sido un poco menos dulce, al igual que la cobertura de fresas, pero eso es algo sin importancia. Fue una de las mejores panna cottas que he comido nunca.

El servicio no fue especialmente rápido y ocasionalmente olvidadizo, pero sí encantador y muy agradable. Se sentía como estar con buenos amigos, que es lo que debe ser la experiencia en un buen restaurante italiano. Sin embargo, no recomendaría comer aquí si tienes poco tiempo, ya que los platos tardan en prepararse.

La relación calidad-precio era totalmente razonable, aunque estaba por encima de la media. Los productos frescos y la preparación con cariño y perfección justificaban el precio. Pagamos unos 90 euros por dos personas con varias copas de vino.

Si busca un buen restaurante de cocina italiana clásica sin florituras, pero de calidad, ¡pruebe la Osteria!